«Lino Ortiz parece que está haciendo escuela el cabrón. Antes de morir le pidió a su hijo que sus cenizas las dejaran al pie de una escultura, de un fauno, del antiguo casino de Agua Caliente, en la actual escuela Lázaro Cárdenas. Esas cenizas la van a miar los perros». [6 de mayo de 2003].